
Tras el proceso de transición administrativa vivido en Chile a partir de 1988 hasta 1990, luego de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), surgen una serie de narrativas que intentan distanciarse de todo lo asociado a la dictadura. Estas narrativas, generadas en primera instancia desde los discursos oficiales de la administración, responden a un ‘blanqueamiento’ de aquella transición que, en términos concretos, no fue sino la validación democrática-electoral del modelo neoliberal implantado durante la dictadura. La aparición en este contexto de la llamada “Nueva narrativa chilena” surge como un correlato necesario de aquellos discursos oficiales, como símbolo del triunfo liberal y democrático que implicó la apertura a los mercados trasnacionales, en este caso el editorial abierto a ‘escritores jóvenes chilenos’. Este artículo describe el modo perverso de enunciación que organizan tanto las narrativas propias de la administración política, como también las producidas por este grupo de narradores jóvenes. Esta perversión se encuentra en tres espacios: el propio del capitalismo, donde se negocia constantemente entre liberalismo y autoritarismo; el específico de la relación que mantienen los gobiernos chilenos de los años 90 con la dictadura y con la herencia neo-liberal que consolidan; y, por último, el de la relación cómplice que mantiene aquella Nueva Narrativa con la susodicha transición.